Empleados del estado asistencial bolivariano, formado por civiles encuadrados en la vasta red de ministerios, insituciones oficiales y empresas públicas del régimen, hoy armados y organizar en estructura castrense bajo dependencia directa del Palacio de Miraflores, son partes de la estructura que arma Nicolás Maduro, aunque el ministro de Defensa, *un militar de carrera* Vladimir Padrino, quiso acallar los comentarios declarando y *asegurando moralmente dijo que no habrá un golpe de Estado, no habrá un autogolpe*, la oposición no se confía en su *buena fé*.
Estos no son militares de academia que conocen las leyes y han recibido una formación adecuada, son solo elementos armados simpatizantes sicarios asalariados y a las órdenes de Maduro, este elemento institucionalizado se suma a los denominados colectivos, elementos irregulares en la órbita del Partido Socialista Unido de Venezuela, advierten esas mismas fuentes que enviaron su confecion a la prensa internacional.
El ejército jugó un papel clave para restaurar la legalidad constitucional, la oposición espera que haga lo mismo ahora que la cuestiona el propio presidente de la República, algo que lo que reclamó Chúo Torrealba, secretario de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que había pedido que las Fuerzas Armadas garantizaran la neutralidad del proceso electoral, los venezolanos temen que Maduro recurra a la violencia para evitar su derrota, subir el salario mínimo un 30% el pasado octubre, entregar 4.500 taxis y prometer 4.600 más, inducir una situación de excepción podría ser la última carta de un dirigente acosado por la caída de los precios del petróleo, la escasez, la inseguridad reinando la delincuencia y el narcortrafico de su familia y un contexto internacional cada vez más adverso.
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