viernes, 27 de noviembre de 2015

En EEUU los proyectos de las granjas acuícolas se estancan y se van al extrajero

  El 90% de los maricos que consumen los estadounidenses son importados, algo que la administración de Obama prometió comenzar a cambiar al expandir las granjas acuícolas para el criaderos de peces y moluscos a aguas federales, casi dos años después de que se emitió el primer permiso, Estados Unidos aún no cuenta todavia con granjas de ese tipo.

   Los planes se han visto frenados o en su mayoria abandonados debido al largo y costoso proceso de permisos federales, que requiere un extenso monitoreo ambiental y recolección de datos,en el sur de California, los solicitantes que se les otorgó el permiso en aguas federales en 2014, han gastado un millón de dólares y no han podido sembrar un solo mejillón, ya que existe demasiada burocracia, por lo que han planeado iniciar su granja acuícola en México y exportar a Estados Unidos.

  Esta inversión pudo estar en Estados Unidos, pero los inversionistas se aterrorizan al veer burocracia que labora en estos permisos y que no le ponen unas regulaciones claras y seria, son sometidos a enormes cargas de monitoreo estas empresas como para esos empleados que lo realizan puedan hacer tiempo, de una manera ridícula; lamentando que esos empleos se fueran de Estados Unidos y nadie haga nada por cuidarlos, comentó Neil Sims quien es el director general de Kampachi Farms.

  Las autoridades federales señalan que el proceso burocrático se debe, en parte, a que es una nueva frontera, que no hay un marco reglamentario para aguas federales y que el proceso debe ser optimizado pero manteniendo los estándares ambientales.

  Casi la mitad de los alimentos marítimos que consumen los estadounidenses provienen de granjas en el extranjero, de acuerdo a la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica NOAA .

  Detractores de este proyecto temen que esas medidas abran la puerta a las enormes granjas acuícolas como las de otros países, que han contaminado las aguas por la acumulación de heces fecales y el escape de peces de crianza que pueden afectar a la población silvestre.
  Los defensores de la medida aseguran que el público en general no está consciente que la acuicultura puede ser sustentable y puede ayudar a evitar la sobrepesca, y crear fuentes de empleo.

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